Nibaldo Mosciatti:



Es una de las voces más influyentes del periodismo radial chileno. Estudió en la Alianza Francesa y ahí aprendió –entre otras cosas- la importancia central que tiene lo laico en la democracia. Hoy Nibaldo aborrece las burocracias de los partidos y las iglesias, aunque le importa muchísimo la política y la fe como expresiones del individuo. Lo mismo le pasa con la escuela. Con angustia llevaba a sus hijos al primer día de clases, porque sentía que los estaba entregando a una máquina que moldea y uniforma. Y sin embargo, la escuela de calidad, que iguala las oportunidades para todos, le parece la verdadera prueba de la blancura de una democracia. Una prueba que Chile no pasa. “La educación chilena, en vez de atenuar la desigualdad, la discriminación, el racismo y sobre todo el clasismo, es un sistema que lo perpetúa y lo asienta”, afirma. Desde 2002 edita libros para niños en la editorial Amanuta (http://amanuta.cl/), que fundaron su esposa, la psiquiatra Constanza Recart y la economista Ana María Pavez.

Por J.A.G.



¿Por qué decidieron hacer libros para niños?

-Conversando con amigos que tenían hijos nos dimos cuenta que no había libros de calidad para niños en Chile. Yo tengo a mis hijos en la Alianza Francesa y ahí hay una librería muy buena, en francés. Y desde que están en el jardín los niños tienen que ir a pedir su libro para el fin de semana. El niño busca lo que quiere y por supuesto, hay una cantidad de libros impresionante. Si le gustan los westerns, encuentra buenas historias, bien escritas y que hablan de muchas cosas a partir de los cowboys. Con esa idea partió Amanuta: hacer libros de calidad, lo más baratos posibles.Y ha funcionado muy bien. Acabo de terminar de editar un libro que se va a llamar “Sabores de América”, donde se habla de las frutas y alimentos típicos de acá, con una pequeña receta que puede ser hecha por niños.


¿Qué características tiene para ti un libro de calidad?

-Pienso que debe generar conversación, provocar preguntas, hacer que el niño descubra cosas nuevas. También, que esté bien escrito y que haya términos que no conoce. Por ejemplo, en las recetas de cocina: siempre sale échele, póngale. Ya, pero también puedes poner “vaciar” y “verter”. Eso es un aporte, eso queda en la memoria. Ahora estoy escribiendo la historia de Lautaro y lo elegimos porque su historia tiene aventura, pero también porque queríamos recuperar a este personaje que tiene algunos atributos importantes: la rebeldía, la independencia, valor, sacrificio.

-Lautaro da pie para que lo padres expliquen lo que está pasando hoy con los mapuches.

-Claro. Me parece que esos temas no pueden ser ajenos y que conversar es una gran cosa que puede pasar con la lectura. La historia de Gabriela, por ejemplo, está hecha con diálogos simples, que llevan a temas de fondo. Se puede hablar sobre por qué escribía, sobre los poemas y las palabras; y preguntarles a los niños cosas como ¿qué te pasaría si quisieras ser profesor y no te dejaran? Y luego decirles, “fíjate que a ella le gustaba tanto que peleó por eso”. En la colección hay algunos que son mucho más descriptivos, como el de Darwin. Y otro sobre el pirata Drake, que es muy entretenido, muy de aventura. Ambos personajes estuvieron en Chile y son otra forma de hablar de nuestra historia, que es un tema que nos interesa.

En el libro de Gabriela se habla del suicidio de Yin Yin... ¿Qué esperas que pase cuando lean eso?

-Bueno, que el niño va a preguntar ¿qué es un suicidio? y el papá tendrá que explicar.

¿Por qué crees que es bueno abordar todos esos temas con los hijos y no evadirlos?





-Porque tarde o temprano te lo van a preguntar y la casa es un buen lugar para que esos temas se conversen.

Hay gente, sobre todo de sectores altos, que se aísla, que trata de controlar todos los canales por los que sus hijos se ven afectados por el mundo. Los ponen a estudiar en colegios de visiones muy restringidas y viven en barrios cerrados... ese parece ser el ideal educativo para muchos ahora.

-Es verdad, hay personas que se meten en ambientes donde los acorazan. Pero pienso que eso también puede ocurrir sin buscarlo, sin que quieras aislarte, simplemente dejándote estar. Porque Santiago es de una estratificación brutal, de una discriminación única y fácilmente te puedes quedar en un círculo sin ver que hay gente distinta. En regiones todavía todo está más junto. Yo voy a Concepción, a la casa de mi madre y paso por cualquier rotonda y ahí están los cabros jugando fútbol a pata pelada y unos caballos pastando que son los del carretón. En Santiago uno puede dejarse estar y hacer que los hijos de uno vivan en una cierta inmunidad. La presión para ese encierro es muy fuerte porque hay una gran deshumanización. Creo que ese es el tema de fondo: ser incapaz de mirar al otro como ser humano y por eso, tenerle miedo o desconfianza. El otro día me entrevistaban sobre el programa El Mirador, que hicimos a comienzos de los ‘90 y me decían que fue un espacio aperturista, innovador, etc. Pero yo creo que lo más importante que tenía era que tratábamos a nuestros personajes como personas. Hoy se hacen programas de denuncia mucho mejores, que van más hondo y, sin embargo, a los personajes les quitan toda posibilidad de que tengan un rasgo de humanidad y que por lo tanto se puedan salvar, que haya algo rescatable.


“Mientras no haya educación pública de calidad, no hay democracia. Cada vez que digo eso en la radio me llama gente para putearme”.

El delito es uno de los motivos por los que la gente cree que tiene que aislarse y acorazar a sus hijos ¿Cómo les explicas la delincuencia a tus hijos?

-Una vez se los planteé así: el otro día vinieron a hablar conmigo unos gendarmes y estuvieron contándome cómo era la cárcel. Y les pregunté cómo eran los presos; y me dijeron que había un tercio que son gente buena, que cometió un delito porque no tenía qué comer, porque fue tentado por otro y que a esas personas, si tu les das una mano, se transforman en gente honesta. Hay otro tercio, me dijeron los gendarmes, que es gente mala, que puede que tenga una pifia, una enfermedad o que son malos, malos, malos; y hay otro tercio, que eran buenos, pero llevan tanto tiempo en la cárcel y en el delito, que es muy difícil recuperarlos. Eso es lo que me dicen los gendarmes, que los conocen harto, así que algo de eso debe ser verdad, porque gente mala hay, y hay gente buena que a veces se encuentra en una situación tan agobiante que hace una locura y después se arrepiente... Mira, yo soy de la opinión, con mucha aprehensión en todo caso, que el mundo está ahí, y que el mundo es de todos y que ellos van a tener que conocer el mundo. No puedes sacarlos del mundo. Sobre todo si aspiras a una cosa tan manoseada como el que sean solidarios.



¿Qué tan importante fue en tu formación el colegio y la casa?

-Yo agradezco haber estado en la Alianza Francesa. Yo egresé el ‘78 y esos últimos 5 años de colegio, que fueron los primeros 5 de la dictadura, entre 7º y 4to medio, yo los viví muy arropado. Era un colegio donde la política no existía, pero existían los grandes valores y los principios políticos: la tolerancia, la libertad, la igualdad, la revolución francesa. Eso te lo transmitían todo el tiempo los franceses. Y si uno estaba interesado, los profesores te ponían todo sobre la mesa. De todos modos, para mí la casa fue muy relevante. Mi madre es profesional. Mi padre era un autodidacta, un huérfano prematuro, que se pudo educar porque había educación pública: estudió en el Liceo de Hombres de Concepción, que era un gran, gran liceo y que ya no lo es. Después no pudo entrar a la universidad porque tuvo que ponerse a trabajar. Él era un gran contador de cuentos. Los almuerzos y las comidas estaban llenos de historias de todo tipo, historias de políticos, de curas, porque tenía una veta bastante anticlerical. Yo me formé con mucha oralidad, mucha conversación y mucha lectura. Había un hábito que te imponía el colegio pero que también estaba en la casa. Para mi el colegio es un aspecto de la educación no más, no puedes delegar en los profesores responsabilidades que son tuyas.

¿Qué leías?

-Todos los Salgari; y Tarzán, los 11 tomos, que era como el Harry Potter de hoy pero más largo. (A Harry también me lo leí entero para cachar de qué hablaban mis hijos), En esa época, claro, había menos distracciones: no había videojuegos ni Internet. Era otra vida y eso hay que reconocerlo. Ahora, estas nuevas tecnologías también son soportes dignos, en la medida en que no te quiten lo que creo que es esencial: elaborar. Es decir, leer y ser capaz de elaborar textos, porque eso es ser capaz de razonar y elaborar argumentos. Yo siempre les insisto a mis hijos: discúteme, arguméntame. Pienso que eso es lectura en el sentido más amplio, que es que las cosas se pueden ordenar, clasificar y, a partir de eso, generar una opinión que se expone con claridad.

“En la Alianza Francesa la clase de religión está al mismo nivel que cualquier curso extra programático, como ajedrez o esgrima, y eso me parece correcto”


Los franceses, en su educación, son muy laicos, lo contrario de lo que ocurre en Chile, donde la mayor parte de la educación de calidad está ligada a la iglesia. ¿Qué importancia tiene para ti la educación laica?

Es fundamental, porque la educación laica es la que forma ciudadanos, es el reservorio de la ciudadanía. Los ciudadanos pueden tener cualquier origen, cualquier raza o religión y, sin embargo, son iguales. Por eso lo laico contiene a la religión, en el sentido de que ser creyente es una de las opciones, entre muchas, que puede tomar un ciudadano. Los franceses son bien estrictos con ese tema, consideran que la escuela pública debe ser laica y por eso en la Alianza la clase de religión está al mismo nivel que cualquier curso extra programático, como ajedrez o esgrima. Eso me parece correcto. Ser creyente no te hace superior moralmente, como tampoco el ser esgrimista.

Sin embargo, en los colegios, el único espacio donde se habla de valores sociales, de solidaridad, de honestidad, son las clases de religión, etc. Y en ninguna parte se habla de derechos, o de libertad, como si no fueran ideas que deben enseñarse...


-Eso es un drama, la Iglesia ha monopolizado la enseñanza de los valores, porque ya no hay clases de educación cívica. Ese ramo terminó transformándose en aprender un artículo de la Constitución, cuando no se trata de eso, sino de cómo nos relacionamos y qué es la democracia; y qué era el sistema feudal y por qué sucumbió y cuáles eran los principios de la igualdad y si hoy hay correlato con los principios de solidaridad y fraternidad de la revolución francesa. Eso era una clase de instrucción cívica: cómo convivimos. Pero ahora hay un monopolio de la Iglesia sobre la ética y la moral, cuando los atributos para vivir en sociedad no son cualidades exclusivas de los que creen en algo. Uno puede ser una buena persona sin ser religioso.

Y ser un religioso muy canalla.

Claro. Mira, yo soy bien laico, pero tengo un rollo con el tema de la espiritualidad y las religiones. Yo sería un fanático perfecto, jajaja...

¿Por qué?

Estoy convencido de que no hay otra vida, no hay Dios, y me defino como agnóstico porque definirme como ateo es ser muy arrogante. Pero el tema de la espiritualidad lo vivo permanentemente, me interesa la idea en el hombre de que pueda haber Dios. Esta necesidad... y como eso sublima a las personas y al mismo tiempo las transforma en unas bestias. Me interesa la trascendencia a la que aspira el hombre y también me interesa la gente que cree y se entrega genuinamente a sus vocaciones. Me cargan las iglesias con sus estructuras de poder, sus burocracias, pero me parecen notables los religiosos. Pero las iglesias me cargan.
Y bueno, me salió una hija católica y encuentro que si ella quiere hacer la primera comunión, me parece bien. Pero no acepto que se le imponga nada, ni que yo o la mamá vayamos a ciertos cursos. No pues. Tienen que acogerla a ella y no discriminarla por…


“La iglesia ha monopolizado la enseñanza de los valores y porque ya no hay clases de educación cívica”.

Su padre pecador...

-Jaja, claro, eso. Ella fue a clases de religión y le parecieron una lata. Y ese es un drama de las religiones en los colegios que no hacen religión sino que hacen proselitismo: pintan vírgenes todo el día y mi hija reclamaba, no me enseñan nada, yo quiero aprender.

¿Cuál dirías que es el peor defecto de la educación chilena?

Que en vez de ser un instrumento para no digamos hacer desaparecer, pero al menos atenuar la desigualdad, la discriminación, el racismo pero sobre todo el clasismo, es un sistema que lo perpetúa y lo asienta. Por eso digo que mientras no haya educación pública de calidad, no tendremos democracia. Cada vez que digo eso en la radio me llama gente para putearme, pero uno de los estándares de la democracia es que la educación pública sea de calidad y otorgue igualdad de oportunidades. Mientras eso no exista, se puede hablar formalmente de democracia pero sabiendo que no es en serio. Porque no puede ser que si no tengo dinero para pagar buena educación, esté condenando a mis hijos a ser marginales.

Ahora, para mí hay otro tema importante aquí y es lo siguiente: cada vez que llevé a mis hijos a su primer día de colegio, sentí un desgarro interior muy grande.

¿Por qué?

Bueno yo tengo fama de anarquista, aunque no es cierto. Y tengo fama de libertario, de ácrata. Soy contrario a la violencia en la política salvo en situaciones de opresión, por lo tanto de resistencia. Y la verdad es que no me gustan los partidos políticos, me gusta la libertad individual y no las estructuras de poder. Las detesto porque siempre son esa opresión. Entonces, cada vez que llevaba a mi hijo al colegio de la mano, decía “qué terrible”, porque, por un lado, el colegio es el camino para que ellos se desarrollen, pero también es la primera marca de la estructura social que te empieza a amoldar. Y lo importante es que si eso es así, el colegio debiera ser un sistema basado en la libertad y en la multiplicación de oportunidades. Un niño es la múltiple posibilidad de ser: artista, banquero, vago. La gracia es que la escuela –por su calidad- no lo constriña sino que le de elementos para que conserve esa libertad. Y eso no ocurre ahora.

1 comentario:

rosana dijo...

Pucha que eres idealista..!! y aun tiens amigos yo pensaría que eres una persona sin amigos o quiza crees tener amigos, lo que criticas, con razón, sin duda, es casi el todo en nuestra suciedad o sea sociedad. Como haces amigos en tu mundo?? o como los hiciste y al día de hoy peduran? se puede tener amigos que estan sumergidos en lo que criticas? como lograr no ser antisocial, según tu punto de vista? No es crítica para nada, pero la libertad a veces te deja en soledad, al margen....