Doctor Ricardo Maccioni, uno de los científicos chilenos más conocidos a nivel mundial




“La educación escolar no enseña a pensar
científicamente ni fomenta la curiosidad.”

Por J.A.G.

Una de las formas de saber cuánto pesa un investigador es conocer el número de citas que se hacen de sus artículos, pues ello demuestra que sus pares están atentos a lo que el investigador dice. El doctor Ricardo Maccioni, Doctor en Ciencias de la Universidad de Chile, es uno de los científicos más citados en revistas de prestigio. Figura octavo en la lista de investigadores chilenos pues tiene 8 papers con más de 100 citas (en primer lugar está el astrónomo José Maza, con 13 publicaciones que han sido citadas más de 100 veces. Maza es coautor junto Mario Hamuy del libro “Supernovas” que se comentó en este blog. Ver la lista al final de la nota.)

El área de trabajo de Maccioni es la investigación neurológica y el equipo que dirige ha hecho aportes importantes para explicar y tratar el Alzheimer. La educación es un tema que lo obsesiona y a partir de los descubrimientos que se han hecho sobre cómo funciona el cerebro, ha diseñado, junto a su equipo, modelos que buscan hacer más efectiva la enseñanza. En 2000, por ejemplo, idearon un método para ayudar a los profesores de ciencias a enseñar sus materias. Lo bautizaron “proyecto Semilla” e incluía un área muy novedosa: un sistema vía web donde se escogían noticias científicas y se sugerían clases en torno a ellas. Por ejemplo, si había alguna noticia sobre tratamientos contra el cáncer, se usaba ese artículo para empezar una lección sobre las células. Maccioni dice que con ese sistema muchas cosas que eran áridas se hacían más fáciles de explicar para los profesores y más comprensibles y entretenidas para los alumnos. El proyecto duró 6 años hasta que se quedaron sin financiamiento.

“Nuestro sistema tenía clases presenciales para que los profesores mejoraran su currículum pero, sobre todo, les dábamos herramientas para mejorar su forma de enseñar. Ideas, como la de hacer una clase en torno a noticias, promueven la conversación sobre los temas, lo que resulta más vivo y estimulante que una clase expositiva. Los profesores recibían información didáctica vía Internet y el profesor partía su clase desde la noticia y de ahí se iba hacia atrás, con los fundamentos biológicos. El proceso de aprendizaje, entonces, estaba basado en un elemento motivador. Ese proyecto duró seis años hasta que en 2006 el gobierno no dio más financiamiento. Y sin financiamiento, era inviable”, recuerda Maccioni.





-Se critica mucho el estado de la enseñanza de las matemáticas y del lenguaje en Chile, pero se oye poco sobre las ciencias ¿Qué evaluación hace usted? ¿Cree que se incentiva a los niños a hacerse preguntas, a tener curiosidad?

-Me parece que donde más falla el sistema educacional chileno es en la enseñanza de la ciencia. El lenguaje se desarrolla un poco, por lo menos, y la lectura también, o por lo menos existe la posibilidad de que incentiven a los niños a leer en la casa. Pero en ciencias es un desastre que se refleja en muchos aspectos, como el pobre rendimiento de Chile en las pruebas internacionales. Los profesores vemos todo el tiempo que los alumnos que llegan a la universidad cojean en el área biológica. No tanto en cuanto a su conocimiento, sino en cuanto a su capacidad de pensar científicamente y las ganas de buscar ese conocimiento, que tienen que ver con la curiosidad. La educación escolar no enseña a pensar científicamente ni fomenta la curiosidad. Los alumnos llegan acá buscando un título y creen que la ciencia se limita a atiborrarse de información. Pero en la ciencia hay que tener interés por conocer, por hacerse preguntas.

-¿Por qué diría usted que es necesario que los niños aprendan ciencias?

-La formación científica es un tremendo estimulante cognitivo. El que ha tenido una formación científica maneja los problemas de una manera distinta, se cuestiona más y a la vez tiene menos tabúes. Diría que la formación científica incluso se transforma en una actitud vital, una forma de mirar la vida.

-En su opinión, ¿qué es lo peor del sistema educativo chileno?

-La clase política que toma las decisiones. Su falta de creatividad y de compromiso con la educación es lo que me parece peor. Hace 20 años, cuando asumió Aylwin, dijeron que íbamos a tener una educación de calidad, porque era la clave para que la sociedad chilena pudiera modernizarse y bla bla. Veinte años después sigue el mismo discurso y se avanza muy poco. La Concertación simplemente ha administrado la educación que había. Yo siempre fui muy cercano a la Concertación, pero me doy cuenta de que no lo han hecho bien, qué quiere que le diga. No han sido creativos, ha habido poco ingenio para conducir un país como este. Es decepcionante. Hablarles de mejorar la educación a través de las ciencias cognitivas, por ejemplo, son cosas demasiado sofisticadas para la clase política. Yo mandé un proyecto hace dos años a un concurso de centros en excelencia en educación, basado en las ciencias cognitivas. Los evaluadores no entendieron nada, me dijeron que lo que necesitaban era mejorar el currículum.


“Donde más falla el sistema educacional chileno es en la enseñanza de la ciencia. La educación escolar no enseña a pensar científicamente ni fomenta la curiosidad.”


-¿Qué cambio habría que hacer?

-Lo primero es tener los profesores adecuados. Y eso tiene que ver con prepararlos bien y con pagarles bien. Mire Singapur, por ejemplo. Allí un profesor básico gana lo mismo que un ingeniero que trabaja para el Estado. Y eso es lógico, porque para lograr producir un ingeniero o un médico se requiere de buenos profesores en todo el sistema educativo. Entonces, como en la educación se juega la capacidad futura del país de ser competitivo, hay que incorporar al sistema educacional profesionales muy bien preparados, que rindan exámenes periódicamente. Eso de que el magisterio se oponga a que los profesores den exámenes no tiene sentido. Lo que pasa es que hoy se sabe que los profesores no han tenido posibilidades de prepararse bien. Y no han tenido posibilidades porque el sistema está mal articulado.

-¿Piensa que es necesaria una educación pública de calidad?

-Cualquiera de los dos modelos -público o privado- funciona si se lo administra bien. En Chile me parece que es imposible volver a un sistema público, entre otras cosas porque los dos gobiernos socialistas que hemos tenido han aceptado lo que hay. Entonces, ¿quién puede empujar el regreso de lo público? En ese sentido, creo que solo nos queda mejorar lo que tenemos. Ver cómo reducir el abismo que hay entre el colegio público y el privado, a pesar de que en la Biología la educación de los colegios privados deja muchísimo que desear.

-¿No son mejores los profesores particulares que los de los municipales en su área?

-Bueno, al menos en lo que vimos en el proyecto Semilla, a veces pasaba que el rendimiento era mejor entre los profesores de los colegios públicos que de los colegios privados. Eso llevaba a pensar que lo que hace que un sistema sea mejor que otro no es la calidad del profesor, sino el tipo de niño que entra en uno u otro.


“Se sabe, por ejemplo, que la capacidad de aprender música o idiomas, está reservada a los primeros años de vida. Después de los 12 años, aproximadamente, se hace cada vez más difícil aprender”


-O sea que hoy se puede pensar que la educación no cambia las condiciones que los niños traen de la casa.

-Eso parece, ¿no? El niño que entra al colegio público, por las condiciones sociales, es un niño que tiene menos soporte académico que el niño que entra a un colegio privado, donde los padres tienen dinero y pueden invertir. Pero aunque no está claro por qué hay tanta diferencia, lo que sí podemos decir es que los profesores de los colegios públicos no son muy distintos de los que hacen clases en los colegios privados.


YA NO SOMOS LOS MISMOS

-Me puede explicar con lenguaje de niño de básica ¿cómo funciona el cerebro?, ¿cómo es eso de que cambia cuando se aprende?

-El cerebro es, en términos simples, un circuito muy complejo que tiene la capacidad de percibir estímulos del medio ambiente. Y funciona en forma plástica, es decir, es capaz de procesar los estímulos rápidamente y producir un cambio en sí mismo. Cuando usted aprende algo, por ejemplo, no es solo un área del cerebro la que trabaja, es todo el cerebro el que procesa la información. Entonces es toda la “circuitería” la que se transforma. Eso es posible gracias a que el cerebro está experimentando todo el tiempo procesos de neurogénesis, es decir todo el tiempo las neuronas están estableciendo nuevas conexiones ente ellas. Esos contactos cambian la forma del cerebro segundo a segundo. Mientras hemos estado conversando, nuestros cerebros han cambiado. Ni usted ni yo somos los mismos que cuando partimos, porque hemos intercambiado información, hemos desarrollado cierta empatía y estamos haciendo constantemente el proceso de neurogénesis.

-A pesar de que el cerebro cambia todo el tiempo, entiendo que es en la infancia cuando es más plástico, más permeable a cierto tipo de conocimiento.

-Sí. Se sabe, por ejemplo, que la capacidad de aprender música o idiomas está reservada a los primeros años de vida. Después de los 12 años, aproximadamente, se hace cada vez más difícil aprender, porque hay cierta conectividad que se establece solo cuando el sistema no está consolidado. Pasados los 12 años ya hay ciertas áreas del cerebro que se consolidan. Siempre va a haber nuevas conexiones entre las neuronas, pero antes de esa edad el cerebro es mucho más plástico. Por eso siempre planteamos que hay que mejorar la educación preescolar. Todos los niños tienen que ir a un preescolar, desde los 4 o 5 años.

-¿Más vocabulario implica más conexiones cerebrales?

-Por supuesto. Cada idea es una conexión distinta. En el lenguaje intervienen muchas áreas del cerebro que tienen que coordinarse. Hay experimentos en los que a una persona se le muestra la imagen de un pastel para que piense en eso y se ve cómo se iluminan ciertas partes del cerebro. Pero si después hacemos que la persona diga “pastel”, son otras las áreas del cerebro las que empiezan a trabajar. Entonces en el lenguaje no hay un área determinada sino varias que se coordinan. Antes de que emita un solo sonido, he procesado mucha información.


“En Chile se sobre diagnostica el déficit atencional “


-¿Qué pasa en las conexiones neuronales de un niño que en 4to que básico lee a tropezones, como ocurre con un tercio de los niños según los resultados de las últimas pruebas SIMCE? ¿Se les ha hecho un daño irreparable?

-Se les ha hecho un daño que en teoría no es irreparable, porque el cerebro tiene plasticidad siempre. Pero también es cierto que a medida que se crece cuesta más aprender. Un adulto puede estudiar matemáticas, pero le va a ser más difícil si no lo hizo de niño. Y uno se pregunta por qué hacerlo de adulto si la destreza matemática es algo que se puede desarrollar desde muy temprano. No es irreversible, le repito, pero nos demoraremos mucho en educar a una población que no fue educada adecuadamente en el momento en que resultaba fácil hacerlo.

-Uno de los temas que atemorizan a los padres es que a sus hijos se les diagnostique déficit atencional o que les digan que es hiperactivo. ¿Qué aporte hace la neurociencia a estos diagnósticos?

-En la medida en que aprendamos más sobre el funcionamiento del cerebro se descubrirán mejores maneras de tratar los problemas. Pero le voy a decir algo que me parece claro: en Chile se sobrediagnostican esos problemas.

-No tiene duda de eso.

-No. Y eso pasa porque no se hacen las pruebas necesarias. El déficit atencional, por ejemplo, está determinado por tres o cuatro genes, bien definidos. Con un examen, en una mañana, se podría saber si un niño tiene o no ese problema. Sin esos genes es imposible que tenga déficit atencional. Pero da la sensación que en muchos casos tanto padres como profesores y especialistas prefieren solucionar los problemas con una pastilla en vez de conversar con los niños, ver qué les pasa.


“Yo que soy uno de los científicos más productivos de Chile no recibo recursos porque no soy de la Concertación”


-Es que conversar requiere un esfuerzo, en cambio la pastilla no.

-Claro. El problema es que al clasificarlo de niño con déficit atencional, se le pone un estigma que va a hacer que al niño lo traten distinto en el colegio y que capaz que el mismo se sienta distinto.

-En una entrevista anterior el astrónomo Mario Hamuy opinaba que una muestra terrible de los problemas de educación en Chile se veía en las dificultades de la gente para expresarse. Decía que, como no se manejaban con las palabras, no podían decir lo que les pasaba y por eso tanta gente lloraba ante las cámaras.

-Sí, es cierto. Pero también creo que en la clase política hay otro problema de lenguaje: exceso de palabras, gente que habla y no dice nada. O hablan solo barbaridades. Me parece que al menos en el tema de educación lo que tenemos es mucho verso y poca acción. En la innovación científica se habla mucho, pero nada de lo que se dice ahí se hace. Y hacer ciencia en Chile es cada vez más difícil porque los fondos que se entregan son altísimos, pero no llegan a los científicos. Nuestro laboratorio, por ejemplo, funciona con recursos que vienen de Estados Unidos, no de Chile. Porque yo, que soy uno de los científicos más productivos, no recibo recursos porque no soy de la Concertación. Nos han negado la sal y el agua. No puede ser eso.

-En su opinión, ¿cómo está la investigación científica chilena?

-Mire, hoy Chile produce 100 papers por millón de habitantes en circunstancias que países tan subdesarrollados como nosotros están produciendo 2 mil papers por millón de habitantes. O sea, producimos poco.

-¿Y cómo es la calidad de esa producción?

-Justamente ahora estamos haciendo un estudio con una universidad norteamericana en la que se muestra que el impacto de los científicos chilenos es muy pobre también. Solamente hay 12 investigadores que tienen papers con más de cien citas, que es un índice de cómo está posicionada la ciencia en un país. Para que lo entienda: si usted logra que una publicación suya tenga 100 citas, ese trabajo va a pasar un poco a la historia. El 91 por ciento de lo que se publica en ciencias -aquí y en todas partes- va a la basura, porque nunca se cita. Hay un 9, 10 por ciento de los trabajos que son citados (ver lista a continuación). Después de esos 12 científicos vienen varios investigadores con una publicación con 100 citas. Realmente se produce muy poco para ser alguien en la sociedad del conocimiento. Queda mucho que mejorar todavía.


LOS INVESTIGADORES CHILENOS MÁS CITADOS

Investigador Papers con más de 100 citas*

José Maza- Astronomía 13

Juan Carlos Sáez- Biología 12

Nibaldo Inostroza – Biología 11

Ramón Latorre –Biología 10

Claudio Bunster – Física 9

Alejandro Clocchiatti - Astronomía 8

Ricardo Maccioni –Biología 8

Pablo Valenzuela –Biotecnología 8

María Teresa Ruiz – Astronomía 7

Yedy Israel – Biología 6

Iván Schmidt - Física 5

Nicolás Majluf – Economía 5

(Fuente: Dr Ricardo Maccioni. *Corresponde a citas en documentos científicos)

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